Por la Lic. Cecilia Rodríguez Casey
“Acordar implica poder hacer un trato, poner en común dos o más puntos de vista para llegar a una solución o lograr un nuevo enfoque de un tema y decidir en conjunto con otro u otros cuál es el mejor camino por tomar”, explica Cecilia Rodríguez Casey, licenciada en Psicología y directora de la consultora Rodríguez Casey & Asociados. Pero claro, es algo que se construye y se consigue desarrollando varias habilidades blandas. Para la especialista, llegar a acordar es un proceso que implica el desarrollo de la comunicación –teniendo en cuenta la importancia de lo que decimos y cómo lo decimos–, la capacidad de escucha activa y empática y el interés por comprender la mirada del otro, aunque sea diferente a la nuestra.
“Se llega a un acuerdo cuando la comunicación funciona, existe feedback y en lugar de imponer una idea podemos dialogar constructivamente. Es fundamental en todos los planos de la vida: personal, familiar, en la pareja, en el trabajo”, amplía.
Ahora bien: ¿absolutamente todo se debe acordar en los equipos? Acá la especialista toma postura clara y afirma que es un error creer que todo se debe acodar; que todas las decisiones se toman de forma democrática. “En ocasiones, hay un camino ya trazado de antemano que no da lugar a mucho debate. También puede suceder que en determinadas circunstancias de urgente resolución no se puede –por falta de tiempo– dedicar un espacio al diálogo que conduzca a un acuerdo”, argumenta. Por eso, hay que diferenciar cuándo se puede acordar, qué cosas ya están definidas y en caso de necesitar nuevos acuerdos, estos se deberán planificar con tiempo. Y por supuesto, esto resultará saludable para los equipos.
A su vez hay que tener presente que en el ámbito laboral es fundamental tener acuerdos honestos. “No hay equipo sin acuerdos ya que cada acuerdo es un tejido que permite entrelazar mundos diversos para ir fortaleciendo lazos y sembrando para facilitar futuros acuerdos en contextos que puedan ser más críticos, inciertos o ambiguos que el actual. De algún modo el ejercicio de acordar, negociar y dialogar como adultos facilita la construcción de equipos fuertes y de alto desempeño”, asegura Casey.
También hay que ser claros sobre un punto: a veces no se llega a un acuerdo y eso no es necesariamente malo. El tema está cuando en un grupo de personas nunca se puede acordar. En este caso, es posible que no estemos frente a un equipo y que falte desarrollar la base, la materia prima (las habilidades comunicacionales) que nos conduzca en un futuro a lograrlo.