Vivimos en una sociedad que nos exige ser productivos, exitosos y sentirnos siempre bien en el proceso. Y la pregunta sería: ¿Cómo nos va con eso?.
Presionados y exigidos, hacemos miles de cosas (la mayoría obligaciones que completan una lista infinita de check list). Y dentro de esos miles de cosas, hace un tiempo se suman las cosas que tenemos que hacer para autocuidarnos y que si no hacemos aumentan nuestro malestar. Parece que estamos atrapados en un bucle que nos lleva indefectiblemente al temido estrés crónico.
No desesperes… hay una posible salida porque no es lo que hacemos lo que define nuestro bienestar o malestar, sino el sentido que le damos a eso que hacemos.
Veamos un ejemplo. Tu trabajo te exige múltiples tareas, mirás tu agenda y tenés más reuniones que horas laborales, y esta semana te habías propuesto comenzar yoga porque necesitás hacer algo para autocuidarte. No hay manera de que logres hacer todo eso… O al menos no hay manera de que lo logres sin malestar. Como termina la situación: cancelás yoga enojado y terminás todos tus pendientes laborales. Exhausto te das un permitido que te genera placer inmediato: comida chatarra o te hundís en alguna serie para dejar de pensar hasta que te atrapa el cansancio y te dormís.
Si te preguntara tu nivel de satisfacción, seguramente sería bajísimo. Pero… ¿qué paso? ¿Había un camino alternativo? ¿Cómo puedo autocuidarme si no tengo tiempo para hacerlo? ¿Es real que no tenemos tiempo? Son todas preguntas que te dejo para que revises.
La trampa del tiempo
Los seres humanos tomamos decisiones en todo momento, aun cuando sentimos que no podemos. Siempre hay algo que podemos decidir, así sea la actitud frente a lo inevitable. Dicho esto, el problema no es la falta de tiempo sino la dificultad para tomar decisiones de manera consciente y asumir las consecuencias. En general, nos llevamos muy mal con esa parte de la vida. Estamos programados a generar excusas y tirar la pelota lejos. El tema no es tener más tiempo disponible, sino saber gestionarlo eligiendo de manera consciente nuestras actividades y adoptando una actitud amable frente a nuestras obligaciones.
Es cierto que hacer yoga una vez por semana contribuye a mi bienestar. Sin embargo, si para hacer yoga tengo que hacer miles de malabares, entrando a la clase con frustración y pendientes… ¿vale la pena o solo estoy agregando una actividad más de modo automático que engrosa mi lista de cosas que me exige la sociedad para ser exitoso? No te estoy desalentando a que NO tomes esa clase de yoga que ya pagaste… Estoy diciendo que, sin conciencia, sin conexión, no importa lo que hagamos…seguimos lejos de estar cuidándonos.
Entonces la próxima vez que quieras robarle horas a tu día para la actividad de autocuidado, te invito a que te detengas, respires muy profundo varias veces y te preguntes con total sinceridad: ¿Qué necesito verdaderamente en este momento? Y te animes a conectar con la respuesta. Quizás lo que necesitas es dormir, o terminar esa tesis que tenés cajoneada hace mucho, o leer ese capítulo del libro que dejaste sin terminar, o concluir con tus pendientes laborales. Si hacés esas actividades desde la decisión consciente lo más probable es que tu nivel de satisfacción aumente, porque lo que estás realizando tiene sentido y fue elegido por vos. ¡Y de nuevo… también puede ser que necesites tomar esa clase de yoga!
Foto de Vanessa Krebs en Unplash