Por la Lic. Adriana Bottiglieri
Mientras escribo esta nota las olimpíadas 2024 en París se están desarrollando. Asistimos curiosos a la ceremonia de apertura y luego cada uno elige qué deporte ver.
A lo largo del tiempo las olimpíadas se erigieron como el escenario mundial en el que todos los participantes tienen la posibilidad de encontrarse y competir. Lo interesante de este encuentro son los valores que se proclaman; la paz, la solidaridad, la tolerancia. Conceptos profundos que deberían ser una bandera para la humanidad, no solo durante el período de juego.
En cada encuentro muchas personas tienen ya a sus favoritos antes de que el juego comience. Este año una de las estrellas más esperada es la gimnasta Simone Biles.
Simone de 27 años tiene en su haber 37 medallas entre juegos olímpicos e internacionales. Oro por donde se busque, pero el brillo no es solo del metal sino de su fortaleza, su integridad, sus valores.
Disciplina y entrenamiento son aspectos que caracterizan a los deportistas de élite, también a Biles y no solo esta fórmula aplicada al deporte sino a su propia vida. Tuvo una infancia difícil, sus padres consumían drogas y por esta razón fueron adoptadas ella y su hermana menor por sus abuelos a los que considera sus padres. Ya adolescente entrenando como gimnasta de élite fue una de las deportistas abusadas por el médico Larry Nassar, condenado hoy a prisión. Durante las olimpíadas en Tokio 2020 la gimnasta abandonó la competencia. Sufrió lo que se denomina Twisties, desconexión del cuerpo y la mente que para los deportistas puede ser muy peligrosa. Simone decidió retirarse y aclarar que lo hacía por su salud mental.
Tomó un período de descanso y de recuperación con profesionales de la salud mental y este 2024 decidió volver. Su tatuaje “A pesar de todo me levanto” es la frase que reconoce mejor expresa su vida.
Poco antes de que comenzaran Los Juegos 2024. Netflix estrenaba el documental Simone Biles vuelve a volar. Un recorrido por su vida profesional y personal tratado con mucho respeto y equilibrio.
Lo nuevo es que en este documental la historia no se cierra, en estos días estamos viendo, al tiempo en el que ocurre, la manera en la que Simone Biles decide una vez más: “quiero escribir mi propio final”.
Estamos en suspenso, ante las participaciones que vienen, pero cualquiera sea el resultado sabemos que ya ganó. Decidió volver, con miedo, con entrenamiento, con alegría de participar. Volvió y ya hay tres elementos que llevan su nombre inaugurando nuevos desafíos para los gimnastas del futuro. Pero su marca personal no solo será la que imprimió en el deporte sino la de la persona que supo detenerse a tiempo para cuidar su salud mental, la que evita escuchar a los detractores que solo descargan sus frustraciones, y supo tomar la importancia de su plataforma de estrella para denunciar a un abusador y al mismo tiempo dar voz e inspirar a hablar a quienes no pueden hacerlo. Sus traumas no la definen. Ella marca su propio camino y esa es la manera más auténtica de la marca personal.
Y Aquí estamos nosotros escuchando sus declaraciones, admirando la maravilla de los movimientos que la hacen volar, aprendiendo de ella la importancia de la actitud para lograr los objetivos, el compromiso con lo que se ama, de ser fiel a los propios valores, de amar la vida.