Cada vez nos comunicamos más y hasta resolvemos nuestras diferencias a través de programas de mensajería en vez de hacerlo cara a cara, pero ésta forma de comunicación tiene más limitaciones que las aparentes.
Las deficiencias de la comunicación a través de mensajes quedan de manifiesto, por ejemplo, con la risa. Al reírnos por mensaje no podemos comunicar la intensidad, la inflexión o la intención. De modo que un simple “jajaja” puede ser escrito de diversas maneras para añadir esta información de un modo tosco.
Por ejemplo, si la risa es sardónica o sarcástica, a veces se usa el “jojojo”. Si se suele responder “jaja” a una broma, escribir “jajajajajaja”, puede denotar que te ha hecho más gracia de lo habitual. “JAJAJA”, quizá sería una broma graciosísima.
Un simple “ok” también puede significar muchas cosas en función del contexto. Si después de una admonición respondemos con un seco “OK”, éste suena despreciativo. No contestar puede ser el epítome del desprecio.
Lo mismo sucede con los signos de admiración. Un signo puede significar que estás gritando. Dos signos seguidos, o incluso tres o cuatro, pueden significar que estás exclamando.
Para la comunicación resulta fundamental ver la cara del otro, porque es la única manera de recibir feedback continuo y preciso del efecto de nuestras palabras en el interlocutor. Es de esta manera como vamos afinando nuestra empatía. Si no la cultivamos, nos resultará más fácil ser crueles o desconsiderados.
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